Risas enlatadas de Javier Calvo

“Risas enlatadas” de Javier Calvo me ha dejado un regusto obsceno, como si una intentara ser sofisticada y luego no pudiera resistirse a beber vino de cajita o a masturbarse con una película porno bajada de pelisyonkis. Disonancia cognitiva: ¿por qué me ha gustado un libro tan mal escrito? Aún peor: ¿Por qué he leído un libro cuyo primer relato es homenaje-declaración-de-amor a DFW? Sí, “Arco iris de levedad” – gran título…- es un calco del primer relato de “La niña del pelo raro”, de cuyo nombre no quiero acordarme. Los protagonistas son maricones en lugar de bolleras y el programa de televisión no es un 50x15 a la americana sino una especie de El Hormiguero para enemigos de la cultura y la tradición; queman libros entre ovaciones y organizan campañas para demoler edificios históricos. El guionista tiene un pasado académico en el departamento de literatura de la universidad = es un rebelde. Si los espectadores representan la estulticia generalizada, los creadores son simplemente cínicos, han llevado la máxima de darle al público lo que quiere hasta el extremo. Esa es la tesis del relato, creo. Todo tiene que ver con Belén Esteban. Y el resultado no es bueno, pero es al menos mejor que su modelo.
Mondadori necesita un corrector de estilo. Yo busco trabajo. Si les interesa escriban a: isabel.archer@hotmail.com. “Risas enlatadas” tiene muchos, demasiados errores de esos que Senabre sueña con encontrar en los libros que caen en sus zarpas y hay que hacer todo lo posible por privarle de festines. En adelante, culparé a Mondadori y no a Javier Calvo por esta ausencia conspicua de correctores bien-pagados. Sin embargo, hay construcciones que no incluyen cacofonías o repeticiones de palabras pero que duelen igual y además, joden el estilo por completo: “descubre que actuar en conformidad con sus impulsos espontáneos no resulta tan gratificante como insertar el vector formado por sus acciones en el flujo de eventos circundantes.” Esta frase en mitad de un texto por lo demás limpio, de frases cortas, es como insertar una parrafada de Musil en mitad de un cuento de Carver. Siempre me he preguntado si Musil es insoportable también en alemán o si se lo cargaron sus traductores. Javier Calvo es traductor. A veces da la sensación de que se traduce a sí mismo y eso es interesante. Son mayoría los relatos que ocurren en un contexto anglosajón y en ellos, los diálogos tienen esa extrañeza, esa naturalidad forzada que a menudo surge cuando un traductor intenta codificar formas conversacionales de un idioma a otro. “Oh, querido” es “oh, dear”, porque “Oh, querido” no lo dice ya ni mi abuela; y la prosodia, en general, cambia; es un ritmo anglosajón; están en Londres y es verosímil. Apostaría a que muchos de los diálogos entre las punkis warholianas de “La fiesta portátil” estaban primero en inglés en su cabeza. Esto es lo que más me ha gustado del libro y lo más probable es que sólo sea una fabulación mía, algo que no se me hubiera pasado por la cabeza si el autor no necesitara especificar en su cuarta de forros que traduce a Ted Hughes. Pero bueno, me han gustado otras cosas. El libro es una montaña rusa. Justo cuando estás a punto de abandonar porque “joder, otro relato en el que interviene el discurso televisivo y hay, por supuesto, un maricón y escenitas fragmentadas” ocurre algo que sorprende: una mujer está comiendo en silencio mientras su marido ve la televisión. Éste sufre un ataque de hilaridad activado por las risas enlatadas y busca la complicidad de su mujer asestándole una palmada en la espalda, tan efusiva que hace que ésta se clave el tenedor en la garganta y caiga muerta: ergo sigo leyendo.
El último relato está más descuidado que los demás, como si ya tuviera ganas de terminar el libro; son cosas que pasan a partir de la página 200, te entra ansiedad. Aún así, la idea mola. Una familia pobretona de gordos escoceses versiona a su manera los clásicos de la literatura inglesa, desde Orgullo y Prejuicio hasta Mrs. Dalloway. A T.S. Eliot le hubiera encantado, vamos: the stream of tradition. Lo que no le gustaría tanto es que lo cite cualquiera, desde moi hasta Juan Manuel de Prada en su defensa de la reconquista. Os regalo este vídeo:




Bueno, me ha divertido Javier Calvo con sus temáticas de reality show, con sus relatos en los que siempre tiene que aparecer una televisión, una referencia pop, una literaria y al menos un homosexual. Intentaré conseguir Corona de flores en la biblioteca esta semana.

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